Hoy nos llena de emoción compartir las palabras de una persona a la que admiramos profundamente: nuestra querida directora de primaria, miss Vero.
Siempre hemos pensado que es una de las grandes joyas de Piaget, y conocer más de su historia no hace más que confirmarlo.
Lo que ha logrado es verdaderamente increíble. Entre su pasión por la educación y su impresionante trayectoria como nadadora de aguas abiertas, miss Vero nos demuestra que cuando hay amor, disciplina y entrega, no hay límites.
Aquí te dejamos este pedacito de su corazón, donde nos habla de sus dos grandes pasiones: la educación y la natación.
Mis grandes pasiones: la educación y la natación
Por Verónica, directora de primaria Piaget
A lo largo de mi vida he encontrado dos grandes pasiones que han moldeado profundamente mi camino: la educación y la natación. La primera ha sido una vocación que nutre el alma; la segunda, un encuentro inesperado con el agua que transformó mi cuerpo, mi mente y mi espíritu.
Hace más de 30 años, por recomendación médica después de una cirugía por fracturas en el brazo, la pierna y la columna vertebral, comencé a nadar. Fue un inicio forzado por la necesidad de rehabilitación, pero muy pronto el agua dejó de ser un simple recurso terapéutico para convertirse en un refugio, una maestra paciente, un espacio sagrado. Desde entonces, la natación no solo me ha fortalecido físicamente, también me ha dado equilibrio, serenidad y, sobre todo, grandes momentos de conexión conmigo misma y con los que más amo.
Lo más hermoso de este camino es que no lo he recorrido sola. La natación me ha regalado una complicidad entrañable con mis hijos, Javier y Santiago, quienes no solo son atletas admirables, sino también mis grandes maestros en este deporte. Con ellos he compartido experiencias inolvidables que han quedado tatuadas en mi memoria y en mi corazón.





Han sido ocho años de aventuras intensas en aguas abiertas. Nuestro primer gran reto fue el cruce de Cozumel, nadando 10 kilómetros entre corrientes y emociones. Después vino la presa Zimapán, con sus cinco kilómetros desafiantes en un paisaje sobrecogedor. Cruzamos juntos de Cancún a Isla Mujeres, otros 10 kilómetros entre cielo y mar, y recientemente vivimos uno de los momentos más significativos en el Custeau Swim Trek, en la Isla Cerralvo, en el Mar de Cortés: tres días nadando entre amaneceres luminosos, atardeceres dorados y aguas de un azul que superó todos los anteriores. La inmensidad del mar se volvió testigo de nuestra unión, de nuestra pasión compartida y de nuestra alegría de estar vivos.



Compartir estas experiencias con mis hijos ha sido uno de los mayores regalos de la vida. Son instantes que no se olvidan, que se guardan para siempre en el alma, como un tesoro íntimo que da sentido a todo.
Mi familia es, sin duda, el pilar más grande y el apoyo más firme. Su presencia amorosa ha sido constante en cada paso, en cada esfuerzo y en cada sueño que hemos perseguido. Gracias a ellos, cada brazada tiene un sentido más profundo, cada meta es más dulce y cada día es una nueva oportunidad para agradecer.
La educación me ha enseñado a guiar y a servir; la natación, a fluir y a resistir. Ambas pasiones se entrelazan en mi vida como dos ríos que corren hacia un mismo mar: el de la gratitud y el amor.